La lógica indica que a Mauricio Macri le convenía
terminarlas y florearse en la inauguración, pero el freno se puso igual y por
varias razones. La primera, porque se trataba de obras en provincias manejadas
por el peronismo o partidos provinciales y porque se decidió usar el dinero
para obras en distritos de Cambiemos, principalmente CABA.
La segunda razón de muchas parálisis fue la jugada de
ahogar a la constructora con el objetivo de pasar la obra a los amigos del
gobierno. La tercera, porque sugerían que había sobreprecios en licitaciones
lanzadas por el kirchnerismo, mandaron a revisar y en casi todos los casos
terminaron manteniendo las licitaciones originales.
Y, ya en la mitad del mandato, irrumpió el acuerdo con el
Fondo Monetario Internacional, o sea que se paró gran parte de las obras por
orden del FMI. Lo curioso es que, mientras tanto, Mauricio Macri usaba la
construcción de rutas como un marketing trucho.
La conducción actual de Vialidad Nacional, que funciona
en la órbita del ministro Gabriel Katopodis, entregó un informe de las obras
que ya tenían avances en 2015 y que hasta registraban que los trabajos tenían
el financiamiento adjudicado en los presupuestos nacionales. Todo este panorama
fue reiteradamente denunciado durante los años anteriores tanto por Sindicato
de Trabajadores Viales, que lidera Graciela Aleña, como por Fabián Catanzaro,
al frente de la Federación del Personal de Vialidad Nacional.